En horas de la tarde del 21 de noviembre, a las afueras del Capitolio Nacional, se congregó un grupo especial de ciudadanos cubanos residentes en el exterior. Esperaban a la sombra de los márgenes de los enormes escalones que miran al Paseo de Martí para comenzar su recorrido en el Monumento Nacional, sede del Parlamento de Cuba que marca, simbólicamente, el Kilómetro Cero o punto de encuentro de los caminos principales para los coterráneos.

Este grupo consiste en miembros del diálogo La Nación y la Emigración, cuya última conferencia fue celebrada los días 18 y 19 de noviembre, después de 29 años de su primera edición. Si bien muchas circunstancias han cambiado desde el primer acercamiento, persistió la esencia de su nacimiento: la voluntad, tanto de los nacionales residentes en el exterior como de las instituciones implicadas, de establecer un debate franco, amplio y de aliento constructivo.

Los cubanos repartidos por el mundo se dieron cita en una tónica de familiaridad y cariño, guiados por los especialistas de la agencia San Cristóbal a través de los pasillos y salones del Capitolio luego de una charla a los pies del emplazamiento icónico a la que se sumó el presidente de la agencia, Antonio Guerrero.

Por experiencia y saberes compartidos por el ejecutivo de la agencia y los demás allí presentes, quienes participan en el diálogo han enfatizado el rol desempeñado por la emigración cubana con los habitantes de la isla en la formación de su destino, empeño ilustre referido aquel de la Guerra Necesaria impulsada por José Martí y asistida por miles de migrantes en dinero duramente ganado, armas y medicinas, y vidas brindadas a la causa común.

Hoy más que nunca, sea con acciones pequeñas y consistentes o proezas audaces, los cubanos de todas partes, así como sus descendientes, se involucran en la construcción de un proyecto multipolar, más afín con el ideal martiano de una casa grande, de una patria “con todos y para el bien de todos.”